Tim Burton y el mito de la rebelión
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Para juzgar si una película participa o no de la poesía, Jean Ferry propuso, allá por 1934, una serie de requisitos indispensables, como "una fabulación absurda, un violento poder onírico, un erotismo monstruoso, la irrealidad de los decorados y el sentimiento de unheimliche o extrañeza" (King-Kong, Minotaure nº 5). ¿Hay algún director de cine que cumpla hoy, en nuestro tiempo, con estas reglas? Sí, lo hay, y se llama Tim Burton. De ahí su indefinición estilística. Al consultar numerosas enciclopedias de géneros (terror, fantástico, cine independiente...), su nombre no aparece en ninguno de ellos. Demasiado tierno para el cine de terror, demasiado cruel para el cine infantil, demasiado comercial para el cine experimental, demasiado subversivo para el cine comercial, demasiado complejo para un cine fantástico dominado por la facilidad y la complacencia, Burton pisa la tierra de nadie, y se le cree reducir al catalogarle como "bizarre", cuando su poesía nace de esa misma heterogeneidad.
El estilo de Tim Burton tal vez se sitúe entonces en una encrucijada formada por las líneas de fuerza de la fantasía ingenua de Meliés, la empatía con el monstruo de Tod Browning, el lenguaje sombrío del expresionismo alemán, el onirismo barroco y (...) Leer más