

Por:
el apremio de un graznido
y un aleteo a mi espalda.
De repente
estar.
Litigar contra luces.
*
Obra en silencio,
corazón.
Vela y fermenta el fruto,
vino nuevo que hospeda al venidero.
Estas vides serán puente cruzado
sobre el campo que resbala entre los dedos.
*
Repentina,
la franja abre la nube,
fortalece la tarde.
Gracia absoluta de la luz,
haz en mí tu forma reprimida.
*
Merezco ser tragado por la umbría
mientras reverbera el sol
y el ave ensueña.
Todo desfallece y algo grita.
Interrogo a las peñas,
a las huellas,
a los ariscos ojos del camino.
*
La memoria de los mares
en la espuma respirada.
La vida
cruje a un paso.
Hay mundo todavía.
*
La tormenta da faz a otra tierra
al límite del ocaso
un mundo frágil de árboles lóbregos
y de estancias con desaparecidos.
*
La piedra incluye al árbol,
el árbol a los huesos,
la cal del esqueleto al corazón
que en el núcleo de la roca late.
*
También lo exhausto aguarda
y una pasión elemental sostiene.
El pinar se dora y lo eludido
cristaliza en la efímera resina.
Pronto se va,
la olvida,
loco por adueñarse de otra casa.
*
Ladridos;
campanas de la tarde
en los eucaliptos.
Pulso
del cuerpo,
afuera.
Una hora venenosa
sorbe tuétanos.
*
Cuando amanezca y con la luz asciendas
surca el mar,
clamor de la inocencia del cielo.
Extensa,
la niebla taja la retina.